En México, el mezcal no es solo una bebida: es una herencia líquida que nos conecta con quienes fuimos y con quienes seguimos siendo. Nació como parte de nuestros actos ceremoniales, reservado para momentos que marcaban el ciclo de la vida: velorios, bodas, entierros y grandes fiestas del pueblo.

Así lo comparte Adair Robles Sánchez, maestro mezcalero de Villa Sola de Vega, Oaxaca:

“El mezcal de inicio fue creado para nuestros actos ceremoniales, prácticamente era para consumo local. Para nosotros, el mezcal siempre ha sido sinónimo de compartir y honrar.”

Durante el Día de Muertos, esta tradición cobra vida. En cada altar, junto al pan de muerto, las flores de cempasúchil, las velas y las fotografías, se coloca una botella de mezcal. No es casualidad: esta bebida artesanal es una de las más antiguas de nuestras celebraciones. Su proceso de cocción, fermentación y destilación del agave tiene más de 300 años de historia, y cada sorbo es un homenaje a nuestros orígenes.

El alma del mezcal oaxaqueño

En las comunidades de Oaxaca, el proceso de elaboración sigue siendo completamente ancestral. Se destila en ollas de barro, se muele con brazo de sabino y no se utilizan químicos. Cada lote es único, irrepetible, y refleja la tierra, el clima y las manos que lo crean.

“Aquí todo se hace a mano, con respeto al agave y a la tierra”, explica Robles Sánchez. “Nuestro mezcal es parte de nuestra identidad y del sustento de nuestras familias.”

Tradición en evolución

Aunque hoy el mezcal ha conquistado paladares alrededor del mundo, sigue siendo una bebida profundamente ligada a la cultura mexicana. Lo que antes se consideraba un trago “de pueblo”, hoy se valora al nivel de un buen whiskey o cognac por su pureza y complejidad aromática.

Cada etiqueta cuenta una historia distinta, porque ningún mezcal sabe igual. Su sabor depende del tipo de agave, del clima, de la madera con la que se cocina y, sobre todo, del alma de quien lo elabora.

Sin embargo, con el auge comercial también llegan desafíos. Algunos procesos industrializados ponen en riesgo la sustentabilidad del maguey. Por eso, productores como Robles Sánchez apuestan por proyectos que aseguren el futuro del agave y de la tradición:

“Nosotros cultivamos nuestros propios magueyes. Sembramos más de 60,000 plantas para garantizar que el mezcal siga siendo lo que siempre fue: una expresión auténtica de la tierra y de la comunidad.”

En Nuuva celebramos la esencia del mezcal

Cada Día de Muertos, levantar una copa de mezcal es mucho más que una costumbre: es un acto de amor y de memoria. Es brindar por los que se fueron, pero también por la vida que continúa.

En Nuuva, creemos que el mezcal es una forma de reconectar con nuestras raíces, con nuestra tierra y con nuestras historias. Por eso, seleccionamos mezcales artesanales que conservan ese espíritu ancestral: bebidas hechas con respeto, pasión y orgullo mexicano.

Porque cada trago de mezcal cuenta una historia, y en Nuuva queremos que sigas brindando por la tuya.